Escribir Lápices de colores en la ciudad de plástico fue una tarea titánica para mí que se prolongó durante dos años. Para ambientar la historia de Runak, destiné el primer año a la documentación, a la lectura de un sinfín de artículos, al visionado de decenas de documentales, a entrevistas con miembros de la comunidad yazidí que habían sufrido directa o indirectamente las consecuencias de la masacre de Sinjar en agosto de 2014.
Fue agotador. Pero no menos agotador que el segundo año: el de la creación de la novela. Es duro asimilar todos los datos que has ido acumulando y ponerte en la piel de la joven protagonista, pensar como ella, vivir como ella, padecer como ella.
Por eso, cuando supe que el 5 de noviembre de 2021 tenía una cita en el Auditorio de Roquetas de Mar porque mi novela había sido nominada en los Premios Círculo Rojo 2021, me di cuenta que había conseguido dar un paso decisivo en la difusión de la cultura yazidí.
Mi libro no va a cambiar la suerte de nadie, es cierto, pero sí ayudar a recordar que hay un colectivo que intenta levantarse poco a poco sin apenas ayuda de nadie.

Desde fuera, el glamour es intimidante. Todas esas cámaras con sus flashes, ese colorido desfile de telas y lentejuelas, peinados de vértigo, toda esa gente posando y charlando con los periodistas… Pero debo admitir que a mí me gustó el glamour vivido en la gala de Premios Círculo Rojo 2021.
Calidez humana. Ese sería el concepto exacto.
Tuve la oportunidad de conocer y sincerarme con muchos de los finalistas convocados. Personitas maravillosas, muy diferentes entre ellas, artesanos de la novela fantástica, de la novela negra, del ensayo histórico, del siempre enigmático y exigente género de la poesía… De allí me llevé unos cuantos amigos.
Me habría encantado poder intercambiar unas palabras con todos, pero a menudo no nos queda otra que adaptarnos a las limitaciones del tiempo y el espacio.
Afortunadamente, las redes sociales son efectivas para establecer lazos humanos cuando se utilizan con el corazón, y no tanto con el hambre de la fachada.
¿Pasé nervios? Por supuesto, como cualquier persona de carne y hueso. ¿Gané? No. ¿Me entristeció haber llegado tan arriba sin alcanzar el último peldaño? Claro, como a todo el mundo, pero fue una tristeza muy dulce, muy agradable. Se la deseo a cualquiera. Porque el reconocimiento de la historia de Runak vino para quedarse: finalista en la categoría de ficción contemporánea.
Círculo Rojo edita miles de títulos al año. Miles son muchas personas dando forma a sus ideas. Yo entre ellas. Pero el jurado decidió que mi libro fuera uno de los 33 afortunados aspirantes de las publicaciones acontecidas entre 2020 y 2021.
A mí me va a encantar seguir perdiendo de esta manera. Al fin y al cabo, lo que importa es la visibilidad que brinda la nominación: gracias a ella, el nombre de Runak suena un poco menos lejano.